jueves, 17 de octubre de 2013

VUELTA A LAS AULAS

Tras algo más de un año de ilusiones rotas y frustrada vocación profesional, por fin he podido volver a las aulas. Esos espacios llenos de sonrisas, de llantos, de dudas, ideas y sueños que devoran las mentes más jóvenes y curiosas, ansiosas de experimentar, descubrir, aprender e imitar...

Cuarenta minutos de camino en coche para llevar a cabo mi labor docente, que a pesar de limitada por una jornada escasa de horas lectivas, no debe resultar por ello menos enriquecedora. En mi opinión, la motivación es aquello que debemos encontrar en nosotros mismos antes de exigirlo a los demás.

Al llegar por primera vez al que se convertiría en mi "oficina", lo que más me ha llamado la atención ha sido la amplitud de las instalaciones y un ambiente que olía a algo distinto al de los otros 7 centros en los que he trabajado. En otras palabras, se respiraba Innovación. Este concepto abstracto, tan difícil de encontrar y de tolerar por parte de algunas personas que alegan experiencia y que dicen conocer muy bien al sector de la "comunidad educativa" y todos sus entresijos (también concepto que algunos consideran obsoleto puesto que existe una gran controversia y heterogeneidad dentro del propio sector educativo), se materializó desde el primer momento que conocí al director, que en lugar de llevar un traje encorbatado y mirar por encima del hombro al resto de trabajadores, consiguió transmitirme una imagen de igualdad, eficacia y poder de transmisión, e incluso me atravería a decir que logró cautivarme con su aprobación y palabras de aliento ante mis humildes sugerencias.

Por otro lado, el centro educativo ha apostado por el uso de la Tecnología como herramienta de enseñanza integrada en todas las aulas, convirtiendo a las pizarras digitales, internet, la web 2.0 y con ello el atractivo visual y pedagógico que puede ofrecer el uso de blogs, wikis o podcasts, en una forma de renovarse, de aprender enseñando, y de descubrir nuestras propias posibilidades.

Es hora de ir más allá de las largas sesiones magistrales y el encerado. Es necesario que se produzca no sólo un cambio de instrumento, sino de metodología, según el cual sean nuestros alumnos/as los que logren "aprender a aprender", interactuando y no solo escuchando, ofreciendo y no sólo recibiendo el rechazo a sus ideas o la negación de algo tan importante como es el derecho a equivocarse.

Aquí dejo esta reflexión a ustedes, lectores, con la esperanza de que al menos  les haga pensar en qué ocurre en un país donde puede que haya muchas ideas respecto a educación, pero no lleguen a suceder muchas cosas.